sábado, 22 de marzo de 2008

Bye Arthur

Leíamos en otra sección de esta página, la necrológica que escribía el webmaster sobre el Gran Jorge Guinzburg, al menos por ahora, vamos a seguir con esta tónica pues el pasado 19 de marzo se fue también un grande de verdad a nivel internacional, una de esas personas que mas allá de ideologías hicieron de su vida una aventura.
En su amada Sri Lanka, falleció a los 90 años de edad, Arthur C. Clarke.
Siempre admiré en especial a los tipos que no solo escriben bien, sino que logran transmitir en sus obras sensaciones y situaciones vividas en forma personal. Es que la vida del mismo Clarke fue una aventura y una oda a la investigación. Nació en 1919 en Somerset Inglaterra y ya en 1936 viviendo en Londres se unió a la BIS (algo así como la Sociedad Interplanetaria Británica), donde comenzó a publicar el boletín de esta asociación y a ensayar con algunos escritos de Ciencia Ficción.
La guerra lo encontró como oficial de la RAF experto en radares, sus investigaciones durante este período le valieron muchos premios científicos internacionales. Se dice que las primeras transmisiones televisivas “vía satélite” se basaron en sus principios.
A fines de los ’40 comenzó a publicar cuentos de ciencia ficción y continuó con sus investigaciones científicas, las cuales sirvieron también como base, por ejemplo, para que se utilizaran los satélites en las predicciones meteorológicas.
A mediados de los ’50 su pasión por el espacio fue paulatinamente reemplazada por su pasión por el mar, y las profundidades oceánicas. Allí investigó y se sintió en su mundo de “silencio e ingravidez” ideal.
En los 60’ comenzó su obra cumbre. Junto al Director Stanley Kubric, realizó la “madre” de todas las películas de ciencia ficción del mundo moderno: 2001 Odisea del espacio. Aquella en la cual la mítica supercomputadora HAL (una letra antes en cada caso que IBM…) se volvía contra los astronautas.
En su mejor libro “Perfiles del Futuro” nos da una visión cínica y descarnada sobre el mundo científico y el mundo del mañana, estableciendo las “3 Leyes de Clarke” las cuales son:
1 - "Cuando un distinguido científico de edad madura afirma que algo es posible, es casi siempre correcto. Cuando afirma que algo es imposible, es muy probable que esté equivocado."
2 - "La única manera de descubrir los límites de lo posible es aventurándose un poco hasta lo imposible."
3 - "Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia."
Luego en conferencias y charlas diría muchas otras frases de este estilo que lo caracterizaron. Nuestra preferida es esta:
"Leer manuales de computadora sin el hardware es tan frustrante como leer manuales de sexo sin el software."
Tras colaborar en las secuelas de 2001, no tan exitosas ni geniales, Clarke se recluyó en Colombo, Sri Lanka donde dedicó el resto de su vida a la investigación subacuatica. Con muy avanzada edad era común verlo calzando su traje de buzo, y sumergiéndose en las profundidades.
A los 90 años se fue un grande y lo homenajeamos con estos primeros minutos de esa gran película: 2001.

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